SINDROME DE DIOGENES
El mal llamado síndrome de Diógenes
consiste en la obsesiva acumulación de objetos sin un objetivo determinado.
Muchas veces verdadera basura.
La obsesión resulta tan fuerte que, en ocasiones, los objetos predominan en
el hábitat de quien los acumula
quitándole espacio vital para sus movimientos y actividades.
Aunque este síndrome se da en todas las edades, suele ser más
frecuente entre los ancianos.
La racionalización que suelen dar estos maniacos
es muy diversa. Los más frecuentes es el temor al robo, por eso guardan en su pieza todo aquello que acumulan
o lo más cerca de si posible. Otra de
las razones bastante común y casi lógica es la de que los objetos que acumulan
les serán útiles en alguna de sus actividades. Este razonamiento es tan amplio
y común que aun en personas que no tienen el síndrome les lleva a acumular
objetos inútiles.
El síndrome
suele ser selectivo. Así personas aficionadas a trabajos de confección
acumularán cualquier pedazo de tela que
puedan acaparar, hilos, agujas…. Intelectuales acumularán libros que
nunca leerán… Otro caso común en las personas de regular entrada económica es la compra constante de objetos que muchas
veces ni siquiera sacarán de sus
envolturas…
Entre los ancianos de más escasos
recursos la tendencia a la acumulación
de desechos es más notable y frecuente ya que
cualquier objeto en desuso, incluso mínimo, piensa que les puede ser
necesario en algún momento.
+++++++++++
Otra forma de acumulación entre los
ancianos no es directamente sicopática como la que aqueja a los que padecen el
síndrome.
Se trata
de aquellos ancianos/as creativos que han desarrollado muchas
capacidades Actividades diversas en su
época de plena actividad.
Llegados a la ancianidad sus actividades
serán mucho más reducidas o bien por incapacidad las habrán dejado de ejercitar
parcial o totalmente.
Estos ancianos mantienen una especie de
relación afectiva con todos aquellos objetos, herramientas, materiales de lo
que usaron en sus actividades que no les permite deshacerse de ellos. Son
objetos que carecen de significado para aquellos que les rodean o cuidan, pero
no para el anciano/a.
En ocasiones los familiares o cuidadores
del anciano liquidan los objetos guardados generalmente sin consulta al anciano, lo que les
causa un daño emocional que no calculan
aquellos que lo realizan. Otras veces el cambio es más brutal cuando el anciano,
por conveniencia o necesidad, es trasladado a una “casa de reposo”. En ese caso
no solamente pierde la relación con el mundo de sus pertenencias, sino con el
mundo de sus relaciones locales y personales. Si los ancianos están en
un estado de conciencia regular o claro les resulta una especie de muerte emocional.
++++++++++++
Una forma equilibrada de los ancianos que
llegan a una edad con mente clara es saber determinar ellos mismos el momento
de reducir poco a poco el “mundo del pasado”.
En
el “mundo” de los objetos como en el resto saber analizar su AQUÍ-AHORA
y comenzar a eliminar todo aquello que en su presente estadio es inútil y
carece de sentido y objetivo.
Esto no significa renunciar a todo objetivo
creativo, sino tratar de vivir la
realidad de “su momento”. Quizá esto le cree una cierta nostalgia del pasado,
pero adquirirá la sabiduría de
VIVIR DIA A DIA
Mal llamado porque Diógenes renunció a todo para vivir en su barril.