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La expresión cuarta edad hace referencia a la
última fase de la vida de las personas que alcanzan una vejez avanzada.
Habitualmente se considera su comienzo a partir de los 80 años de edad, que,
según la geriatra Pilar Mesa Lampre, representan «el umbral del cambio». ...
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Llegar a
una edad avanzada en buen estado físico, considerada la edad y sus limitaciones
es algo bastante positivo y deseable.
Llegar en condiciones mentales despejadas y claras es una bendición y una
maldición.
Ancianidad
significa SOLEDAD. Ello, aunque se esté rodeado de familiares y amigos. Soledad frente a uno
mismo y los demás.
Soledad
también real, salvo casos excepcionales, ya que la estructura de la sociedad en
que vivimos ha disgregado la familia y los ancianos van quedando alejados y sin relaciones estables, mucho más
cuando sus más cercanos ya han muerto.
El anciano
lúcido tiene que resolver el problema de su enfrentamiento con la
muerte. Es una situación absurda en el fondo, pero real. Absurda porque desde
que nacemos el enfrentamiento aleatorio
con la muerte es un hecho cada vez más frecuente. En el anciano está, marcado
por el término medio de vida considerado
normal dentro de su cultura Esto sin contar con los riesgos posibles de
accidentes, epidemias…
El anciano
lúcido que trate de mantenerse en un
equilibrio síquico aceptable va a captar
continuamente su decadencia en
los diferentes aspectos de su vida
cotidiana. Signos que para otros no tendrían sentido y que para él mismo no lo
tuvieron cuando estaba en un buen nivel
de energía. Signos que no sabrá
interpretar. Esta situación es la que diseña la fisonomía corriente de los
ancianos quejumbrosos, los hipocondriacos dependientes, según sus posibilidades, de acceso a un médico o de aquellos que siempre
manifiestan encontrase “bien” y que se guardan para sí mismos sus angustias y
temores. Soluciones que en ningún caso son positivas, bien que la última
sea más tolerable para quienes tienen
contacto con ellos.
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Cuarta
Edad una etapa difícil en nuestra
cultura del siglo XXI. Lo que hemos vivido
ya mucho podemos observar que en los
últimos cien años se han dado grandes
cambios en nuestra cultura o género de vida. Cambios que se fueron preparando desde la revolución industrial,
pero que se concretaron muy
especialmente durante los últimos
ochenta años. Respecto a mi Reflexión de hoy es algo que no se quiere reconocer
LA DESTRUCCIÓN DE LA FAMILIA
Sería
largo describir el proceso. Es una
realidad Es importante no querer idealizar el pasado, pero hay que tener en cuenta las ventajas y desventajas que generaba una
estructura diferente de relaciones que existían entre las diversas edades cuando la
Familia, ya muy debilitada, existía.
En el
primer cuarto del siglo XX no existía la
Cuarta Edad. Llegar a la Tercera Edad era
bastante raro. Recuerdo a gente como muy anciana en mi niñez a aquellos que habían pasado los
sesenta o setenta años. Generalmente
eran ancianos bastante lúcidos porque nuestra prolongación de edad ha traído la proliferación de enfermedades
propias de la decadencia física. Este
rasgo creo yo que era una de las razones por la que se estimaba mucho más la experiencia de los ancianos.
Aparte de que como estos eran parte aun
de un grupo familia, el contacto era más frecuente.
SOLEDAD FAMILIAR DEL ANCIANO
Los
ancianos según avanzan en edad están o
se sienten, más aislados. Pueden estar
rodeados de familiares, lo que es
más bien raro o aun mantener ellos mismos
una cierta familia.
Para
quienes les rodean son seres muy lejanos, personalidades desconocidas más
allá de sus características habituales de mal humor o tristeza. Quienes
tienen contacto con ellos consideran que se trata de seres que se van extinguiendo lentamente y olvidan
que muchos de ellos tienen precisamente la convicción que ya casi
no se les considera como seres
normales.
No se
DIALOGA con los ancianos. ¿Se temen sus reacciones? ¿No se desea saber nada de su vida actual? ¿Se teme
escuchar un aburrido recuento de sus
dolencias, sus repetitivas historias del pasado, su concepción de ese pasado
como el mejor de los mundos muy diferente del actual…?
Antiguamente
los Ancianos solían acudir al confesor, más que para enumerar pecados, para
tener alguien que les escuchase. Eso desapareció. Fueron reemplazados por los
médicos y sicólogos a loa que,
generalmente, hay que remunerar. Por tanto, pocos ancianos llegan a ellos. Solamente queda la frustración y lo más frecuente el auto
lástima
¿QUE DESEAN LA GRAN
MAYORÍA DE LOS ANCIANOS DE AQUELLOS A QUIENES CONSIDERAN MÁS CERCANOS:
FAMILIARES, AMGIGOS, SOBRE TODO AMIGOS MÁS JÓVENES?
Ante todo
una atención que les dé la sensación de que aún pertenecen a la comunidad de los seres humanos vivos, por tanto más allá de
que les pregunten ritualmente si han dormido bien, tomado sus medicinas y la
recomendación infaltable “que se cuiden”…
Sin embargo
el anciano tiene no solo las viejas
necesidades de todo ser humano, sino las propias de la ancianidad que escasamente se consideran. Esas son las
que realmente desea que le pregunten y
poderlas dialogar. Describiré algunas:
·
SOBRE LA SABIDURÍA QUE HA ACUMULADOEN
SUS AÑOS DE VIDA.
Aun aquellos que han desempeñado los trabajos más sencillos, hasta los grandes
intelectuales han ido acumulando una sabiduría que desean comunicar. Son como
unas enciclopedias aun vivas. Es cierto que, como toda enciclopedia puede tener
errores y verborrea, pero entre el barro están las pepitas de oro. Escucharle implica para el anciano que aún se le estima y que no es simplemente una basura desechable.
·
EL SEXO. Es cierto que cada anciano puede tener una
situación diferente respecto a sus
necesidades sexuales. Es una aberración considerarlos en masa “a priori”
castrados definitivamente. Existen los ancianos que, a pesar de una edad
avanzada, tienen necesidades
sexuales casi normales. Están los que ayudados con el Viagra u otro fármaco, podrían eventualmente tenerlas y están lo que
realmente ya no las tienen. Pero ¡atención! se olvida que la sexualidad se
desarrolla en el cerebro especialmente.
El problema de la sexualidad en los ancianos, culturalmente, no se ha
modelado en occidente, sino se la ha estigmatizado debido a la obsesión
antinatural de considerar el sexo como SUCIO y DESPRECIABLE.
·
LAS RELACIONES SOCIALES. Conocer cómo funcionan sus relaciones
con sus familiares, sus amigos, con aquellas personas que tienen que
contactar frecuentemente… Muchos
ancianos derramarán multitud de
lamentaciones justas o injustas, sobre
esas personas con que se
relacionan, pero es una necesidad propia
del momento en que viven. Tienen
que poderlas expresar. Lo que es cierto,
una palabra de su interlocutor les podrá ayudar y siempre será un alivio
para ellos. Se podrán quejar de soledad y abandono, pero el hecho de que
alguien les pregunte sobre el tema rompe
ese círculo fatídico.
·
MIEDO, ANGUSTIA, DEPRESIÓN…se trata de aspectos sicológicos
diferentes pero que en realidad son
conexos.
La ancianidad, llegando a la Cuarta Edad, parte de un aspecto humano
que parece es propio del ser humano
culturizado y que nuestros ancestros “originales” desconocían “el miedo a la muerte”. Miedo
que no necesariamente lo tienen
claramente todos los ancianos, pero que está presente en su subconsciente. Es
cierto que desde el momento en que nacemos el morir es un azar de cada momento.
Frente a este azar común, que se olvida
frecuentemente, el anciano de edad avanzada, aun en el mejor de los casos, sin
enfermedad declarada, tiene claramente el final a la vista.
Más allá de este temor consciente o subconsciente están todos los
detalles personales que conocerá por diagnóstico médico, por sensación o
simplemente imaginación.
No son solamente los Miedos físicos, sino gran parte de los sicológicos
fundados o infundados, pero reales para la mente del anciano.
Todo ello va, síquicamente creando estados depresivos que pueden tener
influencia en su estado físico debido al fenómeno de la “somatización”.
·
EL TIEMPO ATMOSFÉRICO. Cuando se es joven raramente las variaciones del tiempo tiene gran importancia en el diario vivir. Sol y lluvia,
frío y calor, humedad y sequedad…creemos en la juventud que tienen escasa
importancia en nuestras vidas a no ser
que seamos personas neuróticas o excesivamente débiles. En los ancianos la influencia de los cambios es muy
determinante.
Influyen físicamente las lunaciones, el cambio de temperatura, la
lluvia, sobre todo las variaciones de presión atmosférica. Todo ello los
jóvenes no lo sienten o simplemente no
se dan cuenta.
En los ancianos todo lo anterior, no solamente influye e en sus cuerpos,
sino también en su siquismo, sobre todo la luminosidad del verano o la
oscuridad de los días de invierno.
Quienes les rodean lo más que observan son sus cambios de
temperamento expresados con la frasecita “el viejo anda de mal humor”.
·
LOS ALIMENTOS Muchas veces los ancianos están
sujetos a estrictos regímenes alimenticios debido a su estado de salud. Las
personas más jóvenes que les rodean no
se dan cuenta de la tragedia que representa para ellos la privación o la falta
de gusto que sienten respecto a los
alimentos sustitutivos. Con frecuencia
ellos desean conversar sobre el asunto, En ocasiones para lamentarse,
otras con el deseo de hacer sugerencias. Siempre para desahogarse.
·
ACTIVIDADES La mayoría de los ancianos
quieren hacer cosas. Algo de lo que han
realizado siempre. Otras con el deseo de demostrar que aún son útiles. De antemano se les considera
inútiles, por su lentitud, por sus manías de realizarlas solamente a su manera, porque son lentos,
porque resultan un estorbo…En último caso, ellos desean hablar de lo que fueron
capaces de hacer y de lo que aún podrían hacer. Es necesario no considerarles de antemano como muebles
inútiles y desechables.
·
LA CONVERSACIÓN Los ancianos tienen necesidad de
ser interrogados. Que se les pregunte, su opinión que se les integre en las
preocupaciones de los jóvenes. La
opinión generalizada de los neurólogos
es que la conversación, el hacerles que se interesen en el mundo que les
rodea, si es posible la incitación a la lectura, a las noticias… es
imprescindibles para aminorar la
demencia senil, prevenirla, aparte de que puede
detener un tanto dolencias como el Alzheimer…. Incluso hay quienes opinan que mediante esa conversación que se debe dirigir a los intereses y emociones
de los ancianos se pueden reconstituir nexos entre las células cerebrales.
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Los puntos
anteriores, que no son exhaustivos es algo que los ancianos de una manera u
otra anhelan que se les pregunte. La
triste realidad suele ser muy otra,
aparte de algunas familias que realmente
aún están constituidas como
tales albergando muy cerca del anciano a
hijos, nietos. Incluso cuando el anciano
o anciana conservan su pareja en buen
estado de relación. Estos son caso raros
debido a la disgregación familiar producida por la cultura del trabajo y el
consumo.
La realidad
corriente son parejas de ancianos aislados de vínculos familiares, suplidos
escasamente por vínculos vecinales de
buena voluntad o bien dejados completamente en la soledad. Una especie de
muertos vivientes o zombis que serán indudablemente llorados a su muerte por esa reacción ancestral frente a la muerte de
alguien que estuvo en algún tiempo
relacionado con nosotros.
Se tendría
la tendencia de catalogar nuestra situación social como individualmente cruel y olvidadiza de unos
ancianos que, bien o mal, en su plenitud fueron
engendradores de la generación actual y muchas veces sacrificaron parte de su vida en favor de
ella. Sin embargo, esta denuncia no es individual sino CULTURAL.
LA FAMILIA
HA SIDO SACRIFICADA EN FVOR DEL
LUCRO DESENFRENADO Y EL CONSUMO.
La familia
no existe, sino en un momento fugaz, hasta que los hijos puedan y decidan
abandonar el “nido”. Si los hijos no
abandonan la familia antes suele deberse conveniencia económica no
porque sientan en ella un vínculo de
unidad.